Hace décadas era prácticamente impensable que un padre se dedicara a cuidar de sus hijos ya que el hombre tenía muy bien delimitadas sus funciones dentro del hogar. Sin embargo, hoy muchos son capaces de cambiarle los pañales a su bebé, alimentarlo y mimarle. Cuando crece, también se ocupan de ir a las reuniones del colegio, ayudarle a hacer los deberes y conocer a sus amigos.

De hecho, el número de familias monoparentales masculinas ha ido en aumento en los últimos años. Según las estadísticas, entre 2005 y 2010. En España este tipo de familias creció mucho más que su equivalente femenino.

Ahora también es más común que la madre trabaje y sea el principal sustento económico del hogar mientras que el padre se dedica más a cuidar de los niños. No es un fenómeno extraño, ya que en España el 72% de las mujeres de 20 a 49 años que tienen hijos, están ocupadas a tiempo completo.

  • Un cambio de roles

Los cambios en pos de la igualdad de roles entre el hombre y la mujer han abierto nuevas perspectivas en todos los sentidos, incluida la familia. De esta forma, los padres han comenzado a involucrarse mucho más en el cuidado y la educación de sus hijos.

Después de analizar a casi 1.000 familias se pudo apreciar que el 31% de los padres de hoy se involucran mucho más en la vida social de sus hijos manteniéndose al tanto de quiénes son sus amigos, a dónde van y qué prefieren hacer. Por supuesto, también se preocupan por la salud de sus hijos y contribuyen a su desarrollo psicológico ayudándoles a manejar sus emociones, fortalecer su autoestima y potenciar las habilidades sociales.

  • Los beneficios de ser un padre moderno

Romper con los viejos cánones sobre la paternidad es uno de los grandes desafíos que tienen los hombres de hoy. Ya no se trata simplemente de mantener desde el punto de vista económico a sus hijos, sino de involucrarse de una manera más activa en su crianza y ayudarles a en su desarrollo. Este cambio demanda pasar más tiempo de calidad con los niños y aprender a conectar emocionalmente con ellos, lo cual genera muchísimos beneficios, tanto para los padres como para los hijos e incluso para las madres.

Al apropiarse de roles que tradicionalmente habían desempeñado las mujeres, el hombre logra despojarse de estereotipos que se convertían en una barrera entre él y sus hijos. Como resultado, disfruta mucho más de la paternidad.

Se genera un clima de afecto y comprensión que favorece el desarrollo emocional del pequeño y fomenta su autoestima y confianza. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Connecticut descubrió que los niños que crecen sin el apoyo del padre suelen ser más inseguros, ansiosos y agresivos, características de personalidad que se mantienen en la adultez.

Con el apoyo del padre, la mujer podrá tener más de tiempo y probablemente enfrentará su jornada diaria sin tanto estrés, lo cual repercutirá positivamente en las relaciones familiares.

Se le ofrece al pequeño un buen modelo a seguir ya que cuando un niño crece viendo a sus padres repartirse las tareas del hogar, es posible que siga estas pautas cuando tenga su propia familia.

Referencia: Díaz R, M. (2002). Mamás y Papás de niños pequeños. Revista Latinoamericana de Psicología. 203-215.

 

Erika
Psicóloga
Alfonso Martínez
Naturista y fitoterapeuta

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