Generalidades:

En general, los lavados producen un efecto regulador en todos los trastornos circulatorios (estimulando la circulación sanguínea), eliminan las toxinas y endurecen el cuerpo. Acostumbran a realizarse con agua fría, aunque también pueden efectuarse con agua caliente (en las personas enfermas) a temperaturas que oscilan entre los 35 y 44°C. Los lavados de agua caliente ayudan al enfermo a experimentar una sensación de alivio, limpian la piel y estimulan el sudor, excitando la expulsión de toxinas. En enfermedades fiebre y en casos de reumatismo y de bronquitis son muy aconsejables los lavados en serie, es decir, los efectuados a lo largo del día en un número nunca inferior a seis. Este método hidroterápico es altamente sudorífico. Para efectuar un lavado, se toma una toalla o esponja y se empapa bien en agua; después de escurrirla se frota suavemente sobre todo el cuerpo o en la zona donde se desee tratar. Una vez efectuado el lavado no debe uno secarse, sino que se debe arropar hasta sentir una sensación agradable de calor. Los lavados nunca deben realizarse en lugares donde haya corrientes de aire y tampoco cuando se tengan los pies ni cuando se sufran escalofríos, y siempre en ayunas o mas de tres horas después de haber ingerido alimentos. Se pueden diferenciar cuatro tipos de lavado según la parte del organismo donde se aplique, con la obtención de distintos efectos terapéuticos en cada uno de ellos. Mientras se efectúe el lavado no debe sentirse sensación de frío, y durante la sudoración no debe ingerirse alimentos.