Queridos seguidores, buenos días.

Ayer he recibido a pacientes de comunidades indígenas como cada lunes (cualquier día les recibo pero los lunes es consulta gratis), recibí a una mujer joven en un estado de ansiedad inusual, depresión y nerviosismo notable; conozco a su madre una señora de más de 60 años que he tratado desde hace muchos años así que se expresó con toda la confianza incluso a momentos llorando sobre su sentir, obviamente el estómago muy dañado y un problema hormonal grave mal adornan esta situación.

Esta mujer es madre soltera en esa comunidad donde la religión es el pan de ellos de cada día, esta mujer también considera que a algunas fiestas a las cuales le invitan en su pueblo no debe acudir pues siente que la comida le hace daño por el picante, esta mujer se opuso hace años a un marido que la golpeaba y terminó sola, considera que no necesita tanta religión ni gastar tanto dinero en mayordomías (actividades de contribución que la iglesia o feligreses se imponen para gastar en fiestas religiosas), también considera que muchas de las personas con las que se reunía antes para organización religiosa se dedican en medio de esas actividades a criticar y ofender a otros que no están presentes; en fin esta mujer es rebelde de ese sistema que ya siente no es adecuado para sus hijos y ahora es objeto de un “bullying” generalizado del cual el mismo sacerdote del pueblo participa pues le ha dedicado palabras de crítica en plena misa dominical y ahora ella se pregunta si es adecuado acudir a esa misa de domingos, si no acude a fiestas es criticada, si no come es criticada, es criticada y ofendida por no tener un marido en casa, sus hijos ya han sido despectivamente señalados por no tener padre, han sido golpeados por otros niños “buleadores”, si acude a misa es señalada y si no es acusada, si no tiene dinero para la mayordomía (que este año le toca de $5000) es también severamente criticada; en fin no me gusta replicar frases baratas de televisión pero se me vino a la mente una muy vulgar “pueblo chico, infierno grande”

Es muy común deben saber que en los pueblos esto suceda y no es novedad que los mismos sacerdotes lo promuevan, una de mis asistentes que trabajó conmigo varios años y tal vez recuerden, le decíamos “Guille” venía de una comunidad así y muchas veces me platicó su sentir, el aislamiento y acusación de la que eran objeto por no cooperar con la iglesia de la forma impuesta y esas mayordomías en ocasiones pueden superar cantidades arriba de 20,000 por participante y hablamos de gente pobre, cuando me platican esto que como dije es muy frecuente en mis pacientes no deja de sorprenderme que en pleno siglo XXI todavía vivamos con estas formas de “santa inquisición popular e indulgencias”

A mi paciente le he tranquilizado, le he mandado medicina y dado valor pero al final de analizar toda mi más importante recomendación ha sido “salgase de ese pueblo” y comience a vivir en paz pero es más que obvio que todo su patrimonio lo tiene ahí; entonces he dicho:

Que ya no le importe entonces el sentir o la opinión de los demás, viva para usted misma y para sus hijos, enséñeles a ellos a ser fuertes y oponerse emotivamente a la acusación infundada de los demás, el verdadero problema es que ustedes han comenzado a abrir los ojos en medio de personas ciegas y por ello la acusación, si no desea ir a fiestas no vaya, si no desea pagar mayordomías no lo haga, no es una obligación legal solo le cerrarán las puertas de la iglesia local pues puede usted venir a la ciudad de vez en cuando y acudir a cualquier iglesia de cualquier religión, es derecho de usted si desea comer o no comer carne en una fiesta, si usted no tiene marido también es su derecho y el sacerdote no es autoridad ni tan siquiera moral para juzgar esto; acostúmbrese al aislamiento y aprenda a vivir sola con su familia que le quiere mucho, no necesita más personas y si alguien le ataca físicamente como ya ha sucedido entonces tendrá que venir a ministerio público a manifestar su denuncia; de esto me respondió “ya fui al juez de paz del pueblo y no me atendió y fui al ministerio y me dicen que no tengo pruebas”; le he explicado también sus derechos ante el ministerio público, le he dicho que esta agencia es un escritorio que pertenece a cada ciudadano y que si no le atienden diga que va de mi parte (conozco como pacientes a algunas personas allí)

Debo confesar que me es difícil no involucrarme más allá de la prescripción pues me molesta la injusticia y sobre este caso debo decir que de las comunidades indígenas he tenido muchos similares, cuando la gente viene a Puebla les sorprende que haya una iglesia para cada día del año y que siempre hay celebraciones pero no saben que estas celebraciones le cuestan mucho dinero a personas que apenas lo ganan y que a veces ya no es por voluntad sino por prejuicios impuestos que terminan aportando todo esto.

Espero no dañar la sensibilidad de alguien, los temas que implican religión como los de política son siempre espinosos pero no ha sido mi intención sino solo manifestar un caso.

Alfonso Martínez

Especialista en fitoterapia.