Severiano Ballesteros o Brittany Maynard, la joven estadounidense que recientemente planificó su muerte, son los rostros conocidos de una devastadora enfermedad que tan solo en España la padecen 4.000 personas cada año. El glioblastoma multiforme -un tipo de tumor cerebral- tiene un pronóstico desolador, con una esperanza de vida que está entre los 12 y los 18 meses tras su detección. Científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) quieren arrojar un poco de luz en ese pronóstico.

El problema de este cáncer es que cuando se diagnostica ya es tarde, no se puede operar bien porque las pruebas de imagen no detectan definidamente su extensión y los tratamientos funcionan de forma distinta en cada paciente. Ahora un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) está involucrado en un proyecto que, de conseguir financiación suficiente, tratará de hacer visible este tumor en las pruebas de imagen para poder conocer mejor el grado de afectación del paciente y dar ojos a los cirujanos que tienen que extirpar este tumor.

El tratamiento estándar en este tipo de tumores es cirugía, radioterapia y fármacos que dañan el ADN de las células para intentar reducir el cáncer. Pero todos los pacientes tienen recaídas y tras un tiempo de terapia, el tumor vuelve a aparecer. Si hay indicios de que esto ha ocurrido, se le hace al paciente una resonancia magnética para ver dónde y en qué medida ha vuelto el tejido cancerígeno. «El problema es que la resonancia tiene muchas limitaciones y sólo nos da una idea de la anatomía del tumor y, muchas veces, no es precisa. Por eso, en muchas ocasiones se tiene que recurrir a la biopsia intracraneal, que es una técnica invasiva que conlleva la extracción de un trozo del cerebro», explica Alberto Jiménez Schuhmacher, del Grupo de Tumores Cerebrales Fundación Seve-Ballesteros del CNIO.

Lo que este equipo pretende es sustituir la biopsia quirúrgica por una virtual, es decir, en lugar de extirpar tejido del cerebro pretenden inyectar una molécula, en este caso un anticuerpo unido a un radioisótopo, para que se dirija a las células cancerígenas y, al fijarse a ellas, hacerlas visibles en una técnica de imagen, el PET modificado.

El problema del PET clásico es que la molécula que se utiliza es la glucosa. Esta sustancia está presente donde hay más actividad celular, que suele ser en un tumor, y es la que hace visible esa zona en esta prueba de imagen. «Pero en el cerebro tenemos una limitación porque este órgano consume mucha glucosa y hay mucha imagen de fondo. Con el inmunoPET, como así lo denominamos, lo que hacemos es utilizar anticuerpos marcados con radioisótopos que van a unirse específicamente a una proteína presente en las células cancerígenas. Al utilizar el PET, que es una máquina muy sensible, junto con una molécula muy específica, pretendemos lograr una técnica muy eficiente para ver el tumor», explica Francisca Mulero, jefa de la Unidad de Imagen Molecular del CNIO.

El ideólogo de este proyecto fue Jorge Martínez Torrecuadrada, investigador de la Unidad de Proteómica del CNIO, quien considera que las técnicas de imagen son una «herramienta poderosísima en la investigación». Desde su experiencia en proteómica y tras escuchar las necesidades de los oncólogos, consideró que es imprescindible una técnica más eficaz para marcar los glioblastomas y establecer las coordenadas exactas de este cáncer en el cerebro.

«En este tumor prácticamente no ha habido avances en 50 años. Tampoco hay un método para evaluar la respuesta a los tratamientos, porque además estas terapias a veces producen edema que se confunde con una recaída», explica Jiménez Schuhmacher quien se ha visto marcado por la muerte de dos personas cercanas por este tumor. Quizás por esto lleva varios años dedicado al estudio de este cáncer que está intentando atacar desde diferentes líneas de investigación. Una es la que comparte con este equipo de científicos y otra, la que inició en Estados Unidos en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York y para la que ha recibido una Ayuda Fundación BBVA a Investigadores, Innovadores y Creadores Culturales. «Es una línea alternativa a este trabajo con una financiación también diferente. En la lucha contra este tumor hay muchos aspectos por mejorar, uno es el diagnóstico y otro el análisis de los genes. En el futuro, habrá tratamientos mejores pero, hoy por hoy, no es así», concluye.

Fuentes: http://www.elmundo.es/salud/2014/11/10/545fb9bf22601d952e8b457c.html

Equipo de Redacción.
Alfonso Martínez.
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