Cada vez es más frecuente encontrarse con personas que viven constantemente en la amargura, tristeza, pesimismo y desinterés. Vivir en un mundo globalizado propicia que uno de los problemas de nuestro tiempo sea que las personas se encuentran atrapadas en una sensación de falta de sentido.

Nuestra sociedad se empeña en satisfacer todas las necesidades, nuestra sociedad de consumo, se afana incluso en crear necesidades para poder satisfacerlas, pero la más humana de todas las necesidades del hombre –encontrar sentido a su vida– queda sin ser satisfecha. Puede que mucha gente tenga lo suficiente para vivir pero no tiene suficientemente claro para qué vive.

Las experiencias desagradables tienden a amarrarnos al pasado y a inhibirnos el futuro, dará igual como nos vayan las cosas porque si mostramos una predisposición negativa y pesimista, los momentos dichosos quedarán empañados y los percibiremos con desconfianza y reserva, lo que nos hará personas infelices.

La existencia humana ha de ser vivida “como una empresa finalista”, por eso no basta con pasarla bien, hay que hacer algo valioso para que la vida se perciba como digna de ser vivida.

El hombre según la biología es un ser de encuentro, vive como persona, se desarrolla y madura como tal al crear modos de unión elevados con la realidad de su entorno.

¿A quiénes me dirijo?

  • A quienes no saben por qué y para que viven, o cual es el sentido de su vida y van caminando sin rumbo, impulsado por la corriente de las modas, sin comprometerse con nadie ni nada.
  • A quien vive esclavizado por el dinero, por acumular bienes materiales en los que pone su seguridad y la de su familia.
  • En quien vive en continua tensión por quedar bien con los demás.
  • A quien vive acelerado, con una agresividad por la tensión de la sociedad.
  • A quien lleva tensiones al hogar y deteriora la vida familiar
  • A quien se apega a las personas o cosas.
  • A quienes por sus falsas creencias ve las cosas lleno de miedos, preocupaciones, ataduras, conflictos y culpabilidad.

Nos referimos al hombre actual que no vive sino que es vivido, que piensa, siente, decide y actúa según lo que se “estila”. El ser neutro que no tiene vida, gustos, pensamientos e iniciativas propias. Se puede entonces hablar de una emergencia de salud espiritual, ya que las cosas no van bien y las personas se desesperan y cometen errores, por lo que las consecuencias de la impaciencia, del odio, desconfianza, la falta de fe, de la tristeza o de la deshonestidad reafirman la tristeza.

Sólo tenemos una oportunidad para ser felices y esa oportunidad es hoy… sino es ahora ¿Cuándo?, la vida siempre estará llena de “luegos”, de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices ahora, de todas formas no hay un luego. Ni un camino para la felicidad. La felicidad es el camino y… es ahora. Atesora cada momento que vives y atesóralo más porque lo compartiste con alguien especial y recuerda que el tiempo no espera por nadie. ¡Que seas feliz hoy y en adelante!.

 

  • Saravia, Oliver, Manuel. (2004). Psicología de la infelicidad. Liberabit. Revista de Psicología, 16-21

 

Erika
Psicóloga
Alfonso Martínez
Naturista y fitoterapeuta

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