Lo suelen llamar casteoreum. Es un líquido que se acumula en una glándula entre el ano y el pene de los castores, y si, seguramente lo hemos ingerido todos ya que está en los productos con sabor a vainilla.

Una estricta dieta de hojas y corteza hace que el olor de esta secreción sea similar al de la vainilla, según sostienen quienes lo han olido.

De allí que las industrias alimenticia y cosmética lo usen como saborizante o tintura, respectivamente.

De acuerdo con National Geographic, y por si alguien lo dudaba, el proceso de obtención del castoreum no es sencillo.

El castor debe ser anestesiado y sus glándulas anales exprimidas, un procedimiento que es todo lo desagradable que suena, para el castor y para el humano.

Comprensiblemente, el consumo anual de castoreum es de apenas 136 kilogramos (la cifra debe ser sólo de Estados Unidos).
Wikipedia nos informa que las notas de cuero que tienen perfumes como el Antaeus de Chanel o el Caractère de Lancôme provienen del castoreum.

En alimentos y bebidas es usado como sustituto de la vainilla –la Food and Drug Administration de Estados Unidos lo considera un aditivo “generalmente seguro»- y en la lista de ingredientes suele aparece como “aroma natural”.

Ni Wikipedia ni National Geographic responden, no obstante, a la pregunta que me asaltó desde que leí la noticia por primera vez: ¿cómo fue descubierto que unas glándulas muy cercanas al ano del castor excretaban una sustancia que olía a vainilla?

El ser un humano es una especie muy curiosa.

 

Ivonne
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