Intoxicación del cuerpo

¿Te duele mucho la cabeza, la piel está opaca sin importar qué tratamiento sigas, no puedes concentrarte en nada o sufres de edemas? Atención, porque puede ser que estás intoxicada. Muchas son las reacciones químicas que se producen en el organismo con el objetivo de equilibrarse internamente y mantenernos saludables. Sin embargo, esto puede verse afectado por diferentes agresiones que provienen del interior, como son los virus, las bacterias, la contaminación ambiental o la radiación solar. Y en un buen grado también se debe a lo que comemos. Así es, podemos estar siendo nuestros peores enemigos y sin darnos cuenta.

Los órganos como el hígado (también los pulmones y los riñones) están encargados de filtrar, neutralizar o controlar los componentes que pueden dañar el organismo. Lamentablemente, con el tipo de comidas que tenemos a disposición en el mercado, a veces las tareas de estos pobres trabajadores se hace cuesta arriba. Claro, porque el cuerpo no sabe bien cómo reaccionar ante los conservantes, los endulzantes artificiales, los colorantes, los aditivos o los llamados “resaltadores de sabor”. Todo eso que tiene letras y números o nombres extraños en los paquetes que compramos a diario. Si bien se procesan como cualquier otro alimento, van dejando algunos residuos que al acumularse lo intoxican.

¿Cómo saber si mi cuerpo está intoxicado?

Si buscamos la definición puntual de intoxicación sería: trastorno, cambio o reacción provocados por una sustancia nociva al ser ingerida, respirada o tocada. Entonces, es una alteración en el organismo, un desequilibrio, que presenta síntomas. A veces no les prestamos atención a las señales que nos aporta el cuerpo y pensamos que se debe a otros factores, como por ejemplo, la falta de sueño o el exceso de responsabilidades.
Los signos de que el cuerpo está intoxicado son: dolor de cabeza frecuente, alteraciones en el ciclo del sueño (insomnio o cansancio), ansiedad, apatía, irritabilidad, falta de concentración, problemas de memoria, eccemas o resequedad de la piel, contracturas musculares, falta de energía, fatiga crónica, infecciones, herpes, alergias, cambios en el cabello o las uñas, sobrepeso, dificultad para bajar de peso y edemas.

Como primera medida, es preciso saber si realmente estos síntomas se deben a una intoxicación o si es causa de otro problema. Un chequeo médico general lo determinará. En la mayoría de los casos, los análisis se encuentran entre los límites normales o no hay nada que llame la atención de los profesionales, sin embargo, el paciente se sigue sintiendo mal. Los cuadros pueden ser leves pero a la vez progresivos hasta volverse crónicos.

 

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